· Lázaro de Renca · derrenca@gmail.com · modificado en Tumblr ·

15 de mayo de 2010

Mi primer (y último) disparo

Como llevo poco tiempo (escasas dos semanas) de vuelta en el país, me veo de pronto sepultado por una avalancha de invitaciones a comer asado. La carne asada me entusiasma poco; y de hecho, tengo que decir que en los últimos años he vivido en un semi vegetarianismo que me ha sentado muy bien. No es nada dogmático, sino pura ciencia de digestión. Y la verdad es que no extraño la carne. Si hay que comerla, la como; porque como todo lo que se sirve en una mesa. Aunque mis preferencias son más marítimas y verduleras.

Todo esto me lleva a recordar ciertas conversaciones con vegetarianos de pro, militantes y defensores (¡yo también lo sigo siendo!) de los animales. La verdad es que la ideología vegeta-veganos está en decadencia; y quizá nunca tuvo un apogeo. Yo escuché sus argumentos, los medité, los medí, los acaricié, para enseguida narrar con cierta alevosía la famosa anécdota sobre mi primer disparo.

Fue en el pueblo de Placilla (a media hora de San Fernando, en la región de O’Higgins). Salí con Iván (el encargado de la parcela) al campo; en ese tiempo (años ’90) las siembras ya habían sido convertidas todas en campos de parras y árboles frutales, dedicados a la exportación. El paisaje había cambiado, ya nunca volvería a ser como antes. Iván cargaba una Winchester de doble cañón; en el estanque, nos paramos para observar y admirar los nenúfares. El hijo de Iván, un pequeño sordomudo muy vivaz, fue el que más se entusiasmó, dando saltos alrededor de la pequeña laguna.

En ese momento Iván se giró y localizó una tórtola en la rama de un árbol. Lo inquirí y él me pasó el arma. Le advertí: va a ser la primera vez que dispare. ¡Adelante!, dijo. Apoyé la culata en mi hombro derecho, fijé la mirilla y apareció el pájaro ante mí. Un tiro y el ave se fue a pique. El hijo de Iván corrió a recogerla. No era caza de supervivencia ni mucho menos.

Después, en la cocina, la tórtola (junta con otras más, una media docena) fue desplumada y luego se le quitaron las entrañas y finalmente cocinada. Después alguien se la comería. Esa persona acabó por cerrar el círculo.

Coda: nunca más volví a disparar.