
Leo que han reabierto la Biblioteca Nacional. A principios de mayo todavía se veían escombros en las escaleras y parte de sus instalaciones permanecían cerradas, aunque no la librería de LOM, que visité y, he de admitir, me desilusionó bastante. Pero como todavía no voy, me limitaré a comentar la (nueva para mí, aunque fue inaugurada en 2005) Biblioteca de Santiago.
Está instalada (en calle Matucana) en un edificio con muy buena fachada, eso al menos. Ya en la recepción, surge el primer inconveniente. ¡No se puede entrar con bolsos! Lógica de supermercado. En fin, la construcción gruesa (antes funcionaba aquí la Dirección de Aprovisionamiento del Estado) no ha sido casi tocada y se ve perfecta para albergar una biblioteca. Pero al observar los detalles (importantísimos), saltan las fallas: la iluminación es mala, y la ventilación peor (huele a encierro); las estanterías son muy bajas y siempre hay que acuclillarse para revisar algo; pero la falla más importante está en la propia materia prima: los libros. Sólo tres cosas: son pocos, están ajados, el criterio de selección es dudoso.
Porque el número de la colección es escaso, pero penosamente mezquino. Porque los que hay, son tomos viejos, mil veces revisados y manoseados, y son muchos los que se encuentran en estado deplorable. Porque la selección, por ejemplo, en filosofía es de un criterio muy cuestionable, y no sólo por la escasez; no se llega a conformar un mínimo acerca del pensamiento filosófico más representativo de Occidente. En novela, el número es más generoso, pero el criterio limitado: no hay rarezas ni obras por descubrir, es una colección puramente predecible y escolar (esto último no es necesariamente peyorativo; lo escolar está bien, pero un pedazo de biblioteca como ésta exige mucho más; una visión amplia y generosa de la narrativa actual universal, como mínimo; en cambio, sólo encontré grandes lagunas vergonzosas para cualquier lector, bibliotecario y público atento).
La biblioteca fue inaugurada por Ricardo Lagos en 2005. Al parecer, ese fue su aporte (ratón aporte) en tema de bibliotecas. ¿Acaso no fue Lagos ministro de Educación? Los políticos se manifiestan a veces de forma clara y contundente: levantando proyectos como la Biblioteca de Santiago, de escasa estatura, de mínimos evidentes y menosprecio flagrante.