· Lázaro de Renca · derrenca@gmail.com · modificado en Tumblr ·

8 de agosto de 2010

El camino a casa

1.El centro viejo. Que es el Santiago fundacional. Todavía es posible ver casonas coloniales de grandes techos de teja, en estado deplorable eso sí; viéndolas, pese al perfume que emanan y que me gusta respirar de vez en cuando, pese a ese romanticismo rancio, es bueno constatar que desaparecen. ¡Sus ruinas me animan! Como me anima cualquier paisaje ruinoso donde esté latente la mano del hombre. Aspiro a que venga otra cosa distinta y mejor. Pero eso no sucede. Las nuevas construcciones aportan colores odiosos: amarillos pasteles, una gran variedad de tonos cafés, dorados y fantasías espeluznantes. También un corte estándar, con balcones estrechos y rejas de protección que lo afean todo.

2.Anoche, una vuelta por el barrio del paseo Bulnes. Calle Tarapacá, Lord Cochrane, Alonso de Ovalle. La noche, a veces, lo mejora todo. Una zona de la ciudad especialmente insoportable de ver y recorrer; pero de noche los detalles se anulan; uno sólo ve sombras y perfiles. Se respiraba una quietud extraña; siempre es extraña esa quietud urbana (y tóxica). ¿Qué se cuece? ¿Qué se esconde y espera su momento? El cielo enrojecido. De modo que no era otra cosa que la lluvia en ciernes. Cayeron unas cuantas gotas, pero no hubo tormenta.

3.Un largo recorrido para llegar a casa. Es domingo y es de mañana. El domingo debiera ser de limpieza; así por lo menos lo imagino hoy. Caminar una gran distancia tiene que ver con eso. Mientras ando me cambio. En el músculo habita la capacidad transformadora; porque hay que irse, moverse, aunque sea para volver enseguida. Hay que aprender a marcharse (Nietzsche dixit).