· Lázaro de Renca · derrenca@gmail.com · modificado en Tumblr ·

11 de agosto de 2010

Falso Funes y profeta

Es necesario y recomendable olvidar a menudo. Pasar de cosas; pero los desajustes vuelven con toda justicia, tiempo después, cuando hace falta. La memoria es un artefacto impredecible, y desde luego todavía muy estudiable. Se ha sostenido que la idea del olvido es más bien reaccionaria; la memoria y el recuerdo, muy progresista y de izquierda. Así al menos funcionan esos cánones benedictinos. Lo cierto es que es bastante obvio que el ejercicio de la memoria es humano; pues, denuncian que no se ejerce demasiado. Hay pueblos, guerras, niños, marginados que están olvidados. Se confunde muchas veces olvidar con hacer la vista gorda. Ni olvido ni perdón. Se ha escuchado muchas veces. Habrá que responder: con olvido y bondad. Es falso por lo demás que uno desee enterrar los sucesos del pasado. ¡Cómo sería posible! Lo que pasa es que los eslóganes políticos lo infectan todo. Infectan, desde luego, el puro ejercicio físico y químico del recuerdo. Sano ejercicio, por cierto. Está además la frase comodín de ciertos escritores: la literatura es un ejercicio de la memoria. Sólo cierto si se ciñe a la tarea bastante muscular de rememorar una infancia o una amante. Cuando alguien enarbola el mantra de la memoria, me sobresalto: ¡Si yo recuerdo siempre, todo, muy funestamente!

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¿Qué tiene el profeta Malik, que se le puede llamar justamente profeta? El profeta Malik es un aspirante mafioso que se regodea en la sangre. Lo asiste una voluntad de exterminio sin límites, con tal de alcanzar su cima. Un iluminado místico o un oscurecido materialista: da igual, Malik sigue su camino. Trabaja para él, para nadie más (lo repite mucho). Durante toda la primera hora , “Un profeta”, la película de Jacques Audiard, está a punto de dar el giro místico, que justifique sin trampas el título de la historia. Pero aquello no ocurre. Sigue siendo una película carcelaria; tipos duros, bandos enfrentados, analfabetismo, drogas, sangre. Aunque hay algunos ingredientes, digamos, espirituales: el fantasma de su primera víctima (al menos dentro de la cárcel) que vuelve; los musulmanes y su prédica, y quizá lo más importante: la cita de la revelación del ángel Gabriel al profeta Mahoma. Que no puede ser otro que el mismo profeta Malik. Audiard sugiere aquí una cuestión interesante. ¿Qué clase de líder se está formando? Mi interpretación es que la narración iguala religión y crimen. No es una locura pensarlo. La historia de las religiones, al menos de las monoteístas abrahámicas, es un reguero de cadáveres y sangre y venganza y personajes siniestros. Malik viene a ponerse a la cola. La secuencia clarificadora es justamente la más violenta de toda la película: una matanza descarada, en un boulevard de París, a plena luz del día. Es, al mismo tiempo, una venganza perfectamente orquestada por él. En una escena, Malik cae derribado por dos cadáveres frescos. Aquí opera la cámara lenta: Malik queda de espalda y mira al cielo. Ha alcanzado el nirvana; su rostro sólo denota una especie de paz, la paz del profeta de la sangre. El corrupto convertido en líder espiritual. Una religión en sí misma. Volví a ver esa escena al día siguiente para confirmarlo. Sí. “Un profeta”, una de las buenas películas que he visto este año. Además, con un tono trepidante. Indispensable.