· Lázaro de Renca · derrenca@gmail.com · modificado en Tumblr ·

28 de mayo de 2010

Negativos

Guardo un puñado de viejos negativos y otro tanto de copias positivadas, en blanco y negro y un bonito tono mate. Recuerdo que el opaco (el no brillo) me hacía sentir, puerilmente, que la foto tenía más categoría. El brillo, lo grotesco de la luz.

Pero hoy los negativos y positivos son como un artilugio de feria; no sirven para casi nada. Sobre todo porque hacer algo con ellos (los negativos) es abusivamente caro. Esa fotografía (analógica, artesanal, de laboratorio concebido como una tumba pulcra donde se revivían espectros) ya no existe; o si existe, lo es para profesionales de altos ingresos que se ganan la vida en eso (retratando modelos huesudas o pobres azotados por la malaria). Yo lo tuve como un pasatiempo sano, edificante (siempre dije: la fotografía me reconcilia con el mundo); hoy sólo quedan los rastros de todo eso.

Tuve también hasta hace muy poco un buen número de archivos digitales con imágenes que tomé durante unos cuatro o cinco años. Esos archivos ya no están en mi poder. Ni tampoco la cámara, una Olympus, con un respetable zoom óptico. Siempre he necesitado una cámara a mi lado, por si acaso, por si siento la necesidad de volver a reconciliarme con las cosas vivas. Me acabo de conseguir una. Es una Samsung (¿no fabricaban televisores?) de juguete. Pero hoy (es lo que dicen) sólo cuenta la mano y el ojo de quien manipula la máquina.

Mi hermano construyó su primer (y último) laboratorio en casa de mis padres. Siguió el curso de Teleduc y logró construir una cámara obscura, con la cual tomó su primera fotografía, una toma un poco movida del patio delantero de la casa. Después todo se dejó de lado y las cosas, los aparatos y las copias, se llenaron de polvo. He pensado a veces recuperar esa vieja tradición (abandonada prematuramente) inaugurada por mi hermano. Pero más frecuentemente me parece que se trata de un romanticismo inaceptable.