· Lázaro de Renca · derrenca@gmail.com · modificado en Tumblr ·

26 de octubre de 2010

Las putas también comen

Conocí Barcelona arriba de una moto. Del Llobegrat al Besòs, del puerto a Sarrià, repartiendo, es cierto, comida griega (musaca, spanokopitas, pitas y yogurt), aunque también, dando rodeos para perder el tiempo, con tal de ir de un extremo a otro por alguno de los túneles de las rondas subterráneas que cruzan la ciudad. Primero me desenvolví en la zona sur, es decir, en Les Corts, a un paso de María Cristina, casi encima del Hospitalet; después, en Sant Martí, zona media, a una cuadra de la rambla del Prim, en el norte; también, de forma esporádica, en la meada plazoleta de la todavía más meada y nauseabunda calle Escudellers, en el Gótico; y mi ruta se alargaba fácilmente hasta la Zona Franca, al otro lado del Montjuic; hasta las callejuelas retorcidas más arriba del Dalt; hasta Diagonal Mar; y en el centro del cuadrante enfermizamente perfecto del Eixample, en Villarroel o Viladomat. Justo allí, cierta noche, recalé con un pedido de ensaladas con olivas negras y feta en un club nocturno al que pude entrar después de identificarme frente a una cámara de seguridad. Se respiraba otro aire, pero no a sexo; en todo caso a transpiración y alcohol. La iluminación era tenue, y desde alguna de las habitaciones interiores me llegaban voces de mujeres roncas, indudablemente tabaqueras. Me asomé y una señora apareció para atenderme. Yo tenía toda la intención de quedarme un buen rato, sin prisas, pero la mujer me despachó rápido. ¡Las putas también comen! Sí, se alimentan, a deshoras, y suelen estar hartas. Años después, en otra ciudad, bajo otras circunstancias, también pude comprobar el asunto de la comida. Una querida amiga rusa, a la que me mantuve fiel por una temporada, una mujer tremenda, culta y lúcida. Quise visitarla una tarde, en verano, a la hora de la siesta. Toqué y ella salió en bata. Estaba almorzando; me disculpé, le pedí que por favor volviera a la mesa, que disfrutara de su comida, y que yo volvería dentro de una hora o algo. Así lo hice. Después, reposamos juntos mientras ella me hablaba de las interminables estepas.